Rosácea
¿Cuál es la diferencia entre rosácea y cuperosis?
La rosácea y la cuperosis son dos afecciones cutáneas que a menudo se confunden porque presentan síntomas en parte similares, es decir, enrojecimiento de las mejillas y/o la nariz. En realidad, la cuperosis es la fase preliminar de la rosácea.
La cuperosis puede aparecer cuando la piel hipersensible va acompañada de enrojecimiento en mejillas y/o nariz. Si esto progresa a una fase más grave y permanente, con inflamación también en desarrollo, se denomina rosácea.
¿Qué es la rosácea?
La rosácea es una afección crónica de la piel de la cara que se observa con mayor frecuencia en personas (normalmente mujeres) de entre 30 y 50 años. El síntoma más destacado es un enrojecimiento distribuido uniformemente (difuso) en mejillas y barbilla, con vasos sanguíneos dilatados visibles. En la rosácea, hay ataques recurrentes de "brotes" (rubor), en los que el enrojecimiento facial empeora y pueden ser visibles granos y protuberancias. Destaca la ausencia de comedones (puntos negros).
A diferencia de la piel con imperfecciones, que también desarrolla granos, en la rosácea los poros no se obstruyen y, por tanto, la piel es más propensa a la sequedad.
El enrojecimiento aparece de forma esporádica y temporal, pero a medida que la rosácea avanza, la piel puede enrojecerse de forma permanente.
Aproximadamente la mitad de las personas con rosácea padecen también afecciones oculares, como inflamación de los párpados, la córnea y/o la conjuntiva. Los síntomas incluyen dolor o sequedad ocular, aversión a la luz y visión borrosa.
Con la rosácea, también puede producirse un engrosamiento de la piel, debido al agrandamiento visible de las glándulas sebáceas y al aumento del tejido conjuntivo de la piel. La forma más conocida es el rinofima, en el que es visible un engrosamiento de la nariz. Es más frecuente en los hombres y suele confundirse con la conocida "nariz de borracho". Sin embargo, no tiene nada que ver con el consumo de alcohol.
¿Cómo se produce la rosácea?
La causa exacta de la rosácea es muy compleja y aún se desconoce en parte. La rosácea puede ser hereditaria, pero a menudo se ve exacerbada por factores externos, que pueden aumentar los síntomas.
Las personas con rosácea tienen dañada la barrera cutánea. Esto hace que la piel sea más sensible a las influencias externas y permite que las bacterias entren más fácilmente, provocando reacciones inflamatorias.
Los siguientes factores pueden exacerbar los síntomas:
- Las condiciones meteorológicas, como la luz ultravioleta, el calor, la humedad, el frío y el viento, pueden provocar un enrojecimiento y, a veces, incluso protuberancias rojas.
- Ciertos nutrientes como el alcohol, el café, algunos tés, los productos lácteos, la soja y las especias provocan la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que produce más enrojecimiento.
- El ácaro Demodex o la infección por Helicobacter pylori empeoran los síntomas.
- El estrés y emociones como la ira, el miedo o la vergüenza.
- Tratamientos de exfoliación, masaje del tejido conjuntivo y microdermoabrasión.
- Ingredientes irritantes en los productos para el cuidado de la piel.
- El tabaquismo.
- Ciertos fármacos, como los corticosteroides o los vasodilatadores.
Para prevenir los brotes de rosácea, es importante eliminar en la medida de lo posible los factores desencadenantes mencionados.
¿Es curable la rosácea?
Desgraciadamente, la rosácea aún no tiene cura (completa). Sin embargo, el estilo de vida y las rutinas de cuidado de la piel son muy decisivos para el éxito del tratamiento de la rosácea. Puede hacer mucho para mantener los síntomas a raya:
- Limpie su piel sólo una vez al día.
- Evite los exfoliantes y los baños de vapor.
- Calme la piel con productos suaves.
- Tenga cuidado con el maquillaje.
Preste atención a su dieta: muchas afecciones cutáneas están relacionadas con problemas intestinales, incluida la rosácea. Una dieta alcalina vegetariana puede reducir en gran medida los síntomas de la rosácea. Consiste en mucha fruta y verdura fresca, mucha agua y básicamente evita los alimentos procesados, el café y el alcohol.
Cada vez existen más tratamientos contra la rosácea para controlar los síntomas. Si sufre una inflamación grave, su médico de cabecera o dermatólogo puede recetarle antibióticos antiinflamatorios. También existe medicación específica que hace que los vasos sanguíneos se encojan, reduciendo así el enrojecimiento persistente.
Dado que la medicación y los antibióticos siempre pueden provocar efectos secundarios, recomendamos utilizarlos sólo cuando evitar los factores desencadenantes mencionados, en combinación con una dieta adaptada y cuidados suaves de la piel, no aporten suficientes beneficios.